Fotos que se sacan sin pretensión artística, quizás sí documental, pero a un nivel íntimo, no para un público potencial… Y, de pronto, desde su modestia, todas juntas y bien escogidas, ofrecen una mirada refrescante de rincones tan anónimos como llenos de historia.
Introducción por Mario Cuche.
Esta es una selección de fotos que se han ido acumulando durante varios años, de esas fotos rápidas, del momento, de un segundo o de algo o alguien que uno vio en la calle, que uno saca entre medio de otras cosas sin pensar, mientras caminas hacia una pega, hacia una fiesta o perdido por la calle. Son fotos por gusto, por que sí, para uno mismo o para los posibles futuros hijos, pero después la gente dice: «están bonitas, podrías hacer algo con ellas». Y ahí uno piensa que quizás sí tienen valor para otras personas también, y te motivas a mostrarlas para que otros interpreten mis memorias personales de vida, que las miren con otros ojos, y que la disfruten, si se puede.
Algo que me inspiró mucho a seguir este tipo de fotografía fue la carta que Sergio Larraín le escribió a su sobrino, que estaba empezando en la fotografía. Esta carta quedó grabada en mi cabeza como un mantra, como una guía espiritual al abordar la fotografía, con un mensaje que no se encuentra en los libros de foto, o en tutoriales de Youtube, son cosas que solo alguien que reflexionó y vivió eso durante muchos años, te puede contar.
Me acuerdo siempre de la parte que dice: «Sigue lo que es tu gusto y nada más. No le creas más que a tu gusto, tú eres la vida y la vida es la que se escoge. Lo que no te guste a ti, no lo veas, no sirve. Tú eres el único criterio, pero ve el de todos los demás. Es mucho vagabundeo, estar sentado debajo de un árbol en cualquier parte. Es un andar solo por el universo».
No hay que olvidarse que viajar no solo es juntar plata todo el año para un pasaje al otro lado del mundo, también se puede viajar cerca, agarrar un bus al campo, o a una playa piola en el sur o en el norte. Se pueden juntar unos pesos, comprarse una cámara en el persa, y salir al terminal de buses para ver qué nos ofrece la vida.
Estas fotos me recuerdan siempre lo mucho que disfruto salir a la calle con una botella de agua, un par de rollos y una cámara barata, una que te quepa en el bolsillo, de esas que, si me la roban, me da lo mismo, de esas que, si se cae y se rompe, no importa mucho. Andar liviano, y no solo liviano de peso, sino liviano de energía, andar como flotando por el mundo, abierto a conocer gente, o a encontrarse algo en el piso y guardarlo como recuerdito.